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Alavés - Liverpool: la mejor final de la historia de la UEFA y la más cruel para el Deportivo

El Deportivo Alavés escribió en la temporada 2000-01 una de las páginas más bonitas del fútbol europeo. En su primera participación en una competición continental se plantó en la final de la Copa de la UEFA. Tras despachar con solvencia a históricos como el Inter de Milán o el Kaiserslautern, el equipo vasco sólo sucumbió ante el Liverpool en Dortmund en un partido que terminó 5-4 y solo se decantó para los ingleses ‘gracias’ a un desafortunado Gol de Oro en propia puerta en el minuto 117. “Llegar hasta ahí con el Alavés fue muy especial. Lo máximo a lo que uno puede aspirar”, contaba Mané, entrenador del equipo, en el libro ‘Dortmund en el recuerdo’.

Mezcla de veteranía y juventud

Tres años después de volver a Primera División tras cuatro décadas de ausencia, el Alavés sorprendió a todo el mundo alcanzando la final de la UEFA. Con un presupuesto humilde, el equipo vitoriano formó un plantel que mezclaba juventud y veteranía y que desde el principio le cogió el pulso a la competición. “Éramos un equipo humilde pero con más calidad de lo que la gente puede pensar. Chavales con un futuro muy bueno y otros veteranos con cosas que decir”, explica Geli. Entre los jóvenes más importantes estaban Javi Moreno y Cosmin Contra, que después de esa temporada ficharían por el Milán, o Iván Alonso, que firmaría una interesante carrera en la élite.

Inter K.O.

Para el Alavés y Vitoria disputar la UEFA ya era un éxito rotundo y sin precedentes. Las primeras eliminatorias se vivieron con curiosidad e ilusión pero realmente sin pretensiones. Donde el acontecimiento se fundió con la posibilidad de hacer algo grande fue durante la eliminatoria de octavos con el Inter de Milán, una de las plantillas más caras del mundo en ese momento. “Ahí nos dimos cuenta de que era nuestro año. Eliminar al Inter nos hizo creer que ya podíamos ir hasta el final”, reconoce Mané.

Hermes Desio era uno de los jugadores más carismáticos de aquel equipo. En el libro ‘Dortmund en el Recuerdo’ cuenta una anécdota de las horas previas en Milán, donde el Alavés tenía que superar el 3-3 de Vitoria. “Estaban convencidos de que pasaban ellos. En el hotel un camarero me preguntó si creía si teníamos alguna posibilidad. Le dije que no es que la tuviéramos, es que estaba seguro de que íbamos a pasar. Y se marchó riéndose”. Dos goles de Tomic y Jordi Cruyff en la segunda mitad cargaron de realidad las palabras de Desio. El Alavés se había visto con un 1-3 en el partido de ida y dos pares de goles en cada campo después estaba en cuartos de final. Allí despachó al Rayo Vallecano con un 3-0 en la ida y aplastó al Kaiserslautern en semifinal con un agregado de 9-2.

La mejor final de la historia

Un club histórico como el Liverpool esperaba en la final. Los Reds buscaban su primer título europeo en casi dos décadas con un equipo en el que ya figuraban hombres que hoy son leyendas como Jamie Carragher, Michael Owen o Steven Gerrard. Las palabras de Mané antes de saltar al campo fueron similares a estas: “Somos el mejor equipo de esta competición y tenemos a 10.000 personas ahí fuera animándonos. Vamos a darlo todo”. La emotividad del instante la corrobora el capitán Antonio Karmona. “Hubo dos momentos en los que me emocioné. Cuando llegamos al estadio y vimos a la gente recibir al autobús y en el momento de saltar al césped”.

Quizás todas estas emociones a flor de piel fueron demasiado para un grupo de jugadores no acostumbrados a estos partidos. En quince minutos el Alavés estaba 2-0 abajo. Regresó a la vida gracias a un tanto de Iván Alonso, pero el tercero del Liverpool al borde del descanso parecía volver a sepultar las esperanzas vascas. “Pero nosotros no nos rendíamos nunca y tampoco lo íbamos a hacer en ese momento”, apunta Javi Moreno. Dos goles suyos en apenas diez minutos llevaron la locura a la parte albiazul del Westfalenstadion.

Robbie Fowler volvió a poner por delante a los ingleses… y cuando todo parecía sentenciado, Jordi Cruyff lo empató y mandó a la prórroga, que todavía se regía por la norma del gol de oro. La crueldad de ese sistema de resolución se multiplicó para el Alavés, que se metió el definitivo tanto en propia puerta en el minuto 117 y cuando, jugando con nueve, ya solo aspiraba a los penaltis. “He soñado muchas veces que no entraba en la portería o que lo despejaba de manera diferente”, reconoce Geli. “Yo me siento campeón… ¡pero si hasta el último gol lo metimos nosotros!”, dice Javi Moreno.

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